Como ya sabéis todos, la base de la elegancia es un buen calzado. Sin unos buenos zapatos correctamente combinados da igual el nombre de vuestro sastre o el camisero que esté detrás de vuestra camisa. Los zapatos son una parte vital del armario de una persona elegante.
Unos zapatos de calidad y bien fabricados pueden durarnos muchos años siguiendo los pasos que a continuación os exponemos. De cualquier forma, es importante recalcar que por mucho que se cuiden un par de zapatos, si no son de buena calidad, podrán durar algún tiempo. Pero con un nivel de desgaste importante y además no lo harán en las mejores condiciones.
Si existe una prenda en la que vale la pena invertir esa sería un buen par de zapatos.
Cuidar el calzado no conlleva un gran esfuerzo y ese pequeño trabajo va a alargar considerablemente la vida de vuestros zapatos, manteniendo su aspecto en perfecto estado:
1. En primer lugar es importante utilizar siempre un calzador. Su utilización evita que a la larga se deformen los zapatos, sobre todo en la zona del talón.
Los calzadores de mayor tamaño ayudan a que el talón del pie entre dentro del zapato de forma vertical. Y no de manera diagonal como ocurre con los calzadores de corta longitud.
2. Es muy importante evitar calzar los mismos zapatos dos días seguidos. La piel necesita descansar para volver a su posición original y de esta manera no envejecer antes de tiempo. El uso continuo de un par de zapatos, no deja respirar a la piel y esta finalmente absorbe todo el sudor. Además, las arrugas que hasta en los mejores zapatos se producen naturalmente con su uso, se fijarán antes y de una forma más profunda, haciendo muy difícil su eliminación.
3. Cuando salgamos de viaje, debemos dejar descansar nuestros Beatnik al menos una jornada. La presión que sufren dentro de la maleta unida con la exposición a las bajas temperaturas a las que están normalmente están expuestos en la bodega, nos obligan a tener los zapatos fuera de la maleta y darles algún tiempo de aclimatación, para que la piel recupere su estado natural.
4. Una de las cosas más importantes a tener en cuenta a la hora de cuidar los zapatos es que cuando no los utilicemos, introduzcamos en éstos unas hormas ya sean de madera o de resina, siendo estas su mejor aliado.
Después de todo un día con ellos, las hormas absorben el sudor y el olor. Además, impiden que la piel se arrugue y se agriete permitiendo que recupere su posición original.
5. En el caso de mojarse los zapatos deberemos secarlos lo antes posible con un trapo suave, asegurándonos que no quede humedad sobre ellos. No obstante, siempre que sea posible, introduciremos en ellos unas hormas de madera para que absorban la humedad remanente que pueda quedar.
¿ Y si nos encontráramos fuera de casa o no contamos con una horma de madera? . Pues bastará con introducir en ellos papel de periódico o papel absorbente. Nunca debemos secarlos bajo un una fuente de calor directa. Ello endurecerá la piel y acortará la vida de la misma.
6. Al contrario de lo que podamos pensar el abuso de productos de limpieza acorta la vida de un zapato. Aunque los zapatos deben estar siempre lustrados e hidratados para evitar que la piel se seque y se resquebraje, el exceso de ceras termina produciendo una serie de capas en el zapato que además de modificar su tono original, impide respirar a la piel.
7. Es muy importante elegir productos adecuados y de calidad para limpiar nuestros zapatos. Una de las normas básicas de la limpieza es usar un cepillo y una gamuza para cada color de zapato.
8. Después de cada puesta debemos cepillar los zapatos antes de guardarlos. De esa manera evitaremos que la suciedad penetre en ellos. Un cepillo de cerdas de buey, de caballo o de cerdo nos ayudará con este cometido diario.
9. En el caso que tengamos épocas del año donde no vamos a utilizar algunos de nuestros zapatos, démosles antes de guardarlos en el zapatero una capa de betún o crema para que la piel se conserve en óptimas condiciones. Esta operación debería realizarse siempre con los zapatos de temporada.
10. Para finalizar, es importante conservarlos dentro de las bolsas de algodón que se entregan con todo buen par de zapatos. Estas bolsas además de dejar transpirar la piel evitan que entre suciedad alguna. En el caso de que nuestro zapatero lo permita, debemos meterlos dentro de su caja. Y a ser posible en su bolsa correspondiente y con su horma.
La calidad de los zapatos y el respeto a estas sencillas normas permitirá que se disfrute mucho tiempo de la comodidad que el paso de los años aporta solo a los mejores zapatos.