KIND OF BLUE es la culminación, como artista, de Miles Davis. Es un álbum que se eleva por encima de sus compañeros. Es el mejor disco de jazz de la historia. Y no sólo porque sea el disco de jazz en estado puro, sin mezclas remezclas o filigranas modernas, si no porque es el más vendido de la historia.
¿Por qué Kind of Blue posee una mística tal? Desde el principio, con esa línea de bajo a la vez elegante y seductora, la música nos envuelve en una atmósfera perfecta, vital, redonda, donde todos los temas encajan unos con otros sin distorsiones, como si no hubieran sido creados como piezas individuales sino como una obra de conjunto.
Aquí confluyen la genialidad de Miles Davis, la inteligencia de las composiciones que Miles confió a sus músicos como un padre da unos consejos a unos hijos en los que confía y la elegancia de Bill Evans…
Kind of blue está en la cumbre más alta del jazz. En los principales temas de este disco encontramos todos los estilos del jazz hasta la fecha inventados.
Completan el grupo: Bill Evans, al piano (sustituido por su amigo Wynton Kelly en Freddy Freeloader); Paul Chamber, al bajo; Jimmy Cobb, a la batería; John Coltrane, al saxo tenor y Julian “Cannonball” Adderley, al saxo alto.
Fue editado en el verano de 1959 y supuso el clímax del Jazz Modal. Antes de la aparición del Jazz Modal las improvisaciones de los solistas de jazz se basaban en la clave específica del tema, esto es, en un centro tonal. El punto de partida al que sus melodías y progresiones de acordes debían volver para producir la sensación de resolución o de haber completado algo.
Pero Miles, dio un giro a todo esto. Según cuenta la leyenda, Davis llegó al estudio, con unas partituras que había escrito durante la noche y las repartió a los músicos.
Fueron cinco composiciones originales, cinco breves esbozos de unas melodías sobre las que los músicos debían aplicar las normas de improvisación modal y su propia genialidad.
Sólo hubo un corto ensayo. Al grabar el definitivo, se obtuvo un resultado sublime.
Y todo ello creado en dos sesiones. En total, nueve horas de grabación que dieron lugar, a una obra maestra.